
Todavía tengo en la retina las imágenes de la policía (¡qué trabajo más antisocial el suyo!, ¡el que se ven obligados a hacer, pese a los insultos que reciben!) rompiendo la puerta de una vivienda en la que sus pobres inquilinos colocaron el frigorífico como única forma de evitar ser echados como perros a la calle. Porque no es de recibo ver la absoluta falta de sentimientos que muestran quienes no tienen, siquiera, el valor de dar la cara y aparecer como los únicos y verdaderos culpables del desaguisado, cual son los ya famosos fondos "buitres", esos que mandan a la policía a poner en la calle, en su nombre, a las familias.
Y ya puestos, triste papel el del ayuntamiento madrileño que, pudiendo evitarlo, ve como sus conciudadanos más débiles son puestos en la calle mientras sus responsables se lavan las manos en aras de una legalidad que, por mucho que digan, en este caso tiene bastante de injusticia.
Aunque lleguemos tarde, lo único que cabe desear es el fin de una mayoría absoluta que ha hecho posible este desatino...
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