Por supuesto, no entraré en el análisis de cada uno de ellos. Desde siempre aprendí que la relación entre salud y peso adecuado (desde luego, nada que ver con el famoso índice de masa corporal) es fruto del sacrificio y tiene tres pasos muy concretos: reducir la ingesta, es decir, comer menos; modificar las costumbres de alimentación y hacer ejercicio físico, algo que en nuestro mundo, tan dado al estar sentado, resulta imprescindible.

En mis años en esa asociación una de las "batallas" emprendidas con más convencimiento fue, sin duda, contra estos sacacuartos. Son muchos, muchos los sistemas y productos denunciados y no siempre con final feliz. Es una batalla larga que todavía hoy, con el producto Mysimba, recién denunciado (pese a su placet comunitario), continúa.
Y, desde luego, nada más ajeno a la realidad. Porque adelgazar cuesta. Tiene que costar esfuerzo. Implica disminuir lo que comemos y hacer ejercicio. Justo lo contrario de lo que habitualmente hacemos. Por eso existen tantos métodos para "ayudarnos" a perder peso. Pero nada más ilógico que pensar que en ellos está la solución. La única solución válida es ponernos en manos de alguien que nos ayude a hacer realidad lo apuntado más arriba. Lo dice el dicho popular de "menos comida y más zapato". Y desde luego, sin "ayudarnos" con pastillas y similares.
Perder peso no cuesta dinero, pero cuesta, y muchos, esfuerzos para hacerlo posible. Es la única forma de luchar contra ese sobrepeso que tantos y tantos dolores de cabeza provoca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario