En el Reino Unido se ha prohibido fumar en cualquier vehículo. Según se ha demostrado, fumar en el interior de un coche implica un riesgo 11 veces mayor que hacerlo en un bar y 23 veces mayor que hacerlo en casa. Pero lo triste es que a pesar de saber esto, haya que ir con paños calientes, prohibiendo algo que se sabe que es, de por sí, malo. Muy malo.

Vivimos en un país en el que se empieza a fumar muy pronto (España tiene el dudoso honor de ser el país más precoz en este sentido con un comienzo para este hábito entre 16 y 17 años) a pesar de que el número de fumadores ha descendido 4 puntos en tres años. Pero todavía casi un tercio (el 29%) de españoles es fumador, por encima de la media europea que se sitúa más abajo. Y hay un dato para la preocupación: por primera vez desde que entró en vigor la ley Antitabaco el número de fumadores ha subido en el primer trimestre de 2015 con el agravante de que no en difícil ver cómo se está relajando el cumplimiento de la norma que prohíbe fumar en lugares públicos. Son, sin duda, muy malas noticias en algo que nos debería preocupar un poco (mucho) más.
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