Eso dicen. Y debe ser cierto. He visto el anuncio de El Corte Inglés y, en principio, nada tengo que objetar, Los viajes forman parte del ocio y ofrecérselo más barato a los que ya pasamos de 60 o 65 es una buena idea. Nada que decir, pues.Pero el problema, desde mi punto de vista, es otro. Y lo son los cientos, los miles de hombres y mujeres que no pueden plantearse siquiera un viaje de ningún tipo. Tienen bastante con conseguir sobrevivir un día tras otro en unas condiciones, muchas veces, lamentables. Uno piensa que no hay derecho a las condiciones que muchos de ellos y ellas tienen que aceptar. Hoy, sin ir más lejos, he podido ver a uno de ellos, arrastrando un carro con media docena de cosas recogidas Dios sabe dónde. Y de inmediato he pensado que una sociedad que permite eso está un poco enferma. O muy enferma.
Pero no quiero referirme sólo a un problema sólo físico, de abandono, que también, sino también emocional. Un problema que tiene un nombre muy concreto que es soledad. Porque si de algo deberíamos avergonzarnos es de que nuestros mayores, sean los que sean, vivan con amargura esa realidad de sentirse solos. El otro día, en una residencia de Puerto Real, en Cádiz,, me hablaron de un hombre, supongo que con la cabeza medio perdida, que en los últimos dos años no había recibido ni un sola visita de ningún familiar, hijos incluidos (y tenerlos, los tenía por supuesto).
Por eso, pienso que todo eso de los viajes están muy bien. Pero lo que no se puede negar es que hay otras necesidades que cubrir y un día como hoy, no deja de ser una buena ocasión para llamar un tanto la atención.
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