miércoles, 22 de octubre de 2014

MÁS SOBRE LAS TARJETAS NEGRAS DE BANKIA

He leído la penúltima desfachatez del tal Blesa. Uno pensaba que con lo hecho se había tocado techo; pero no. Por lo visto aun lo de las tarjetas negras de Bankia (por el momento) van a deparar más de una sorpresa. Que lo que es un presunto delito se pretenda que sea pagada por parte de una aseguradora de la cantidad fijada por un juez es una falta de ética monstruosa.

Y los detalles que se van conociendo de los "gastos e representación" (hasta unas aspirinas o un cepillo de dientes) dejan a Rinconete y Cortadillo como dos perfectos caballeros, dignos del mayor de los respetos. Y, por supuesto, no me refiero sólo a la magnitud de las cantidades, que también.

Porque resulta alucinante no ya el que hayan usado a destajo la tal tarjeta negra de Bankia sino todas las cosas que han adquirido con ellas y que poco o nada tenían que ver con los gastos de representación que eran su pretendida justificación. La relación de gastos es con mucho lo más grave de esta situación. No entraré en si entraba o no es sus millonarios salarios, aunque mucho habría que decir del "desprecio a la cantidad" de algunos de los poseedores de esas tarjetas.

Y es que lo que resulta más sangrante es que estos se haya hecho, alegremente, con el dinero de muchos españoles, de esos que apenas tienen y que deben hacer frente a unas incomprensibles ayudas públicas a la banca para, dicen, "rescatarlas". "Rescatarlas" ¿de qué? ¿Para servir a la codicia de unos pocos a costa de un dinero que es de todos y que se auto conceden con absoluta generosidad?

Unos españoles que ya han sufrido, con esta entidad a la cabeza, el grave escándalo de las preferentes, cuyo impacto ha sido y es de una gravedad incuestionable. Y mientras, alguien, que debería controlar, mirando hacia otro lado.

¡Sangrante, digo, es la palabra!

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