
Y eso tiene una influencia directa sobre el gasto social que pueden afrontar y, lo que es aún peor, sobre el incremento de los impuestos a los que deben hacer frente todos los ciudadanos. Porque esas son las dos primeras medidas que nuestros políticos alcaldes toman: disminuir el primero y subir los segundos.
Como siempre que esto sucede, son los menos favorecidos las principales víctimas de una situación radicalmente injusta. Es cierto que España tiene mucha energía, como dice pomposamente el último y grotesco anuncio de Endesa que debemos soportar. No podemos negar la belleza del mismo. Y tampoco su crueldad. Porque dudo mucho que ese mensaje tenga mucho enganche en el número, cada vez mayor, de quienes no pueden pagarla y deben prescindir de ella si quieren comer, aunque sea un poco. Porque tenemos el "privilegio" de pagar la electricidad a precios realmente altos, si no la más, entre las más caras de Europa. Claro que hay que asegurar los sueldos de quienes han dejado la política para dar un salto a los Consejos de Administración de las grandes empresas, casi todas que tienen que ver con la energía.
Y es que a la deuda de lo que debemos todos los ciudadanos (cada uno según el lugar dónde vive) hay que añadir la imposibilidad de acceder a disfrutar de un hogar con luz y caliente, necesidades que, hoy por hoy, se me antojan perentorias.
Lo injusto es que esto no afecta a quienes tienen poder, sea político o económico, y que quienes realmente lo sienten son quienes no lo tienen. Ellos, a buen seguro, pueden pagar esa energía y, por supuesto, hacer frente a los impuestos que ellos mismos imponen para hacer frente a una deuda que, en muchos casos, ellos mismos han generado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario