Acabo de ver el anuncio de un pretendido detergente (o lo que sea) de una conocida marca, opuesto, como es habitual, a una marca blanca. Personalmente (y creo hablar con conocimiento de causa) las cosas no son así. Con mucha frecuencia los parámetros de calidad de las llamadas "marcas blancas" son suficientes. Pero es que, además, debo decir que las marcas blancas no existen, pese a que hayan entrado en nuestro lenguaje habitual.
Desde siempre son y, han sido, "marcas de distribuidor" que ponen su nombre y su prestigio en ellas. Cuando Carrefour, El Corte Inglés o Mercadona elaboran sus productos de distribución (sólo ellos los venden) lo hacen partiendo de unos criterios de calidad en los que se juegan también su nombre. Aunque no siempre sea así, lo que es cierto es que los distribuidores no acostumbran a ser avaros a la hora de decidir los parámetros de calidad que eligen para los productos que ofrecen con su nombre, por mucho que presten atención al precio final.
Por eso, cuando veo al burdo intento de hacer equivalente "marca blanca" y poca calidad sólo puedo desear de corazón que no haya ningún consumidor que haga caso de esa burda publicidad que pretende esa equivalencia. Porque la experiencia nos demuestra, con análisis serios y profundos, que esa equivalencia no es cierta.
Es más, con mucha frecuencia sus precios los convierten en opciones más que aceptables y no es raro verlos incluso a la cabeza en eso de la calidad. Por eso, más que nunca, ¡productos de marcas de distribuidor (mal llamados "blancos"), por supuesto!
Se trata de un blog en el que el consumo es el denominador común, aunque a veces la relación con él sea casi marginal y cueste verla. Con estas reflexiones, José María Múgica Flores, ex director general de OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) pretende dos cosas: no perder contacto con un mundo apasionante, como es el consumo, y ofrecer su experiencia de casi 25 años a los consumidores del futuro.
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