viernes, 25 de marzo de 2016

UNA APUESTA POR LAS "MARCAS BLANCAS"

Las marcas blancas o de distribuidor, muchas de ellas de fabricación nacional, constituyen una excelente opción para la economía de los consumidores, aunque cada vez menor. De ahí que cueste aceptar la batalla que, desde diversos frentes, se mantiene contra ellas.

Mal servicio se hace a los consumidores españoles si se les transmite el mensaje de que comprar marcas blancas es sinónimo de desafección a las industrias patrias o al fruto del trabajo de nuestros agricultores y ganaderos. Mucho peor es hablar de marca blanca como de mala calidad.

El consumidor sabe que debe comprar siempre aquellos productos que, siendo seguros, tienen buena calidad o, al menos, una buena relación entre la calidad y el precio. Un simple vistazo a la hemeroteca de revistas especializadas nos pone de manifiesto que, muy a menudo, las llamadas marcas blancas merecen una buena valoración. Las razones son fáciles de entender:

·        las cadenas de distribución que están detrás de las marcas blancas (algunas de ellas de capital muy español, si es que el dinero tiene banderas) ponen en juego su nombre en las marcas exclusivas que venden;

·        el ahorro en publicidad es notorio, si tenemos en cuenta las cantidades que, en ese capítulo, gastan las otras marcas;

·        los fabricantes de las marcas blancas o de distribuidor son los mismos que ponen en el mercado sus propios productos.

Es cierto que los problemas del campo y la cabaña nacionales  sean graves. Pero, no lo es menos que mientras se culpabilice de ellos, aunque sea en parte, a los que ponen marcas blancas en el mercado pocas posibilidades hay de acertar con sus soluciones.

Las marcas blancas constituyen para los consumidores una excelente opción de compra como uno tras otro vienen poniendo de manifiesto los análisis de revistas especializadas.

viernes, 18 de marzo de 2016

DEL COLESTEROL HABLAMOS...

A base de mensaje publicitarios exagerados corremos el riesgo de demonizar uno de los ingredientes más necesarios en nuestro organismo: el colesterol. Hay que controlar su exceso, sin duda, pero es imprescindible incluirlo en la dieta.
En una misma pausa publicitaria en la emisión de una serie televisiva aparecieron, con otro anuncio de por medio, los de dos productos que ayudaban a luchar contra el colesterol. “El colesterol no avisa”, decían para no dejar de tomar Danacol. “Reduce el colesterol”, anunciaban desde Flora ProActiv. Afortunadamente son mensajes que están cayendo en desuso. Pero no han impedido que el colesterol sea visto como enemigo a batir. 
Hay que decir que el colesterol es una “grasa” presente en el organismo de forma natural y que juega un papel esencial en muchas funciones del organismo como la construcción de las paredes de las células, la síntesis de algunas hormonas y de la vitamina D y el funcionamiento del sistema nervioso.
Es cierto que, en exceso, hay un riesgo de que, al circular por la sangre asociado a unas proteínas, se acumule en los vasos sanguíneos y se incremente el riesgo de accidente vascular. Pero de esto a referirse al colesterol como algo malo va un gran trecho que conviene no caminar. Si estamos sanos, la mejor manera de reducir ese riesgo es apostar por una dieta variada y equilibrada (esa que denominamos mediterránea) y un ejercicio moderado más que pasarse a productos que presumen de reducirlo.
Si, tras un análisis, descubrimos unas cantidades de colesterol en sangre que deben ser reducidas, lo razonable es ponerse en manos de un profesional médico que nos ayude a situarlo y mantenerlo en sus niveles adecuados. En cualquier caso, en éste, como en otros muchos ámbitos de nuestra vida de consumidores, no estaría de más situar la publicidad en sus justos términos y dar paso a la información.