domingo, 2 de agosto de 2015

UN INCUMPLIMIENTO GENERALIZADO

El de la conocida como Ley Antitabaco. Los datos del artículo Espacios sin humo, de la revista OCU-Salud no dejan lugar a dudas, Tras haber visitado 190 cafeterías, 33 centros comerciales, 27 estaciones de tren o autobús e intercambiadores, 14  líneas de metro, 27 hospitales, 42 facultades y 41 centros de enseñanza secundaria, en 12 grandes ciudades españolas, la conclusión no puede ser más deprimente.

Si bien parece existir un cierto respeto por los lugares cerrados, cuando no existen esas cuatro paredes (con techo, claro), la cosa cambia. La prohibición es inatendida entre el 60% de colegios e institutos y el 100% en universidades y centros de adultos, en cuyos accesos no se permite fumar. Y ellos pese a los 55.000 fallecidos (de los que se estima un 10% de fumadores pasivos) que cada año pagan con su vida este malsano hábito. Como causa de estas muertes se señalan las enfermedades asociadas al consumo del tabaco, como el cáncer de pulmón, y los accidentes cardiovasculares.


La falta de señalización es clara, sobre todo en las terrazas del estudio en las que hasta un 98% se incumple la obligación de hacer patente la prohibición de fumar. Aunque pienso que debería ser en todos los casos, sólo en los hospitales analizados, con el 4%, parece que se toman en serio esta obligación de señalar que en ese recinto no se puede fumar.

Pero lo más grave es la inacción de las autoridades que siendo conscientes de su papel no toman medidas para evitar es costumbre y optan por mirar hacia otro lado. Son conscientes de qué deben hacer y prefieren no hacerlo en aras de un puñado de votos, los de los fumadores. Pocas veces hemos oído (yo no recuerdo ninguna ocasión) que entre las decisiones que se van a tomar figura un recrudecimiento de la prohibición de un hábito que de haberse conocido antes en sus efectos hace tiempo que figuraría entre los que no se pueden practicar sin más.

No insistiré más. Pero todos somos conscientes del papel disuasorio de una medida tan simple como subir los impuestos (si no se puede pretender la prohibición absoluta) tiene sobre su consumo entre los más jóvenes, principales objetivos de los promotores de tan deleznable costumbre.

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