miércoles, 3 de diciembre de 2014

CIUDADES LIMPIAS, CUESTIÓN DE EDUCACIÓN

En el breve plazo de dos días he asistido a comportamientos nada ciudadanos por una pareja (él y ella) de energúmenos, que, evidentemente, no merecen el apelativo de tales.

Nada tengo contra el hábito de fumar aunque me considero ferviente defensor de no hacerlo. Pero utilizar la calle como "colillero" me parece, cuando menos incívico. Ayer, sin ir más lejos, fui testigo de cómo una señorita (por decir algo para referirme a ella), al acabar su cigarrillo, sin ningún pudor lanzó la colilla al suelo de la calle (por cierto y a pesar de las proclamas de nuestra alcaldesa madrileña, bastante guarra, como el resto dela ciudad). Bien es verdad que no es la única ¿persona? que tal hace (lo de tirar colillas, claro), pero eso no justifica tal comportamiento.

De la misma manera que el hecho de la suciedad callejera justifica, siquiera mínimamente, lo que he presenciado esta mañana: un ¿señor?, que tras prepararse  "adecuadamente", lanzó al suelo un buen lapo o escupitajo. Un gran escupitajo.

No justifico ni explico la suciedad generalizada a la que nos vemos sometidos por los dichosos recortes de quienes deben atender a mantener limpias las ciudades, pero incrementar la suciedad de una manera tan poco ciudadana, tampoco.

Entiendo que la limpieza de las ciudades es responsabilidad de todos y que nos corresponde a todos ser conscientes de ello. Seguramente si ello fuera así, si la educación primara en nuestra proridades, no conseguríamos ciudades limpias (hay un desgaste natural, suciedad incluida, bien perceptible, en especial cuando nuestros alcaldes o alcaldesas no tienen esa limpieza como prioridad). Pero, sin duda, contribuiríamos a que nuestras ciudades fueran menos sucias. Que ya es importante.

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