martes, 21 de abril de 2015

HABLEMOS DE LA CRISIS

No es sencillo hablar de la crisis cuando hay tantos parámetros que apuntan a ella. Pero la crisis no debe ser la disculpa perfecta para justificar la actual situación.Y eso es lo que es, al menos en parte. Máxime cuando muchos de nosotros no hemos "vivido" esta crisis, al menos, en su dimensión más dolorosa. En esa que hace mirar el paso de los días sin saber si al día siguiente se va a tener algo que llevarse a la boca.

Porque es ésa y no otra lo que hace la profundidad de la crisis. Dicen que este año, el Banco de Alimentos de Madrid, uno de los 55 que existen en nuestro país, necesita atender a casi el doble de las personas, 160.000, que atiende en la actualidad. Son cifras muy duras pero marcan la realidad de lo que hay que conseguir. Porque detrás de la fría estadística están los cientos y cientos de rostros concretos, muchos de niños, que pasan hambre.

Y esto, hoy, con el 2015 casi mediado es demasiado fuerte. Porque lo que viene a decir es que en nuestro país hay muchos conciudadanos cuyos vientres sienten el horrible hueco del hambre. La verdad es que vivimos sobrecogidos por las noticias que llegan de muchas partes del mundo o, incluso, de España. Los telediarios son un día sí y otro también un concatenación de malas noticias que enfrían el alma. Pero hay una corriente subterránea que no aflora, que nunca sale a la luz. Y no por ello es menos real.

Hay una frase que lo define muy bien. Y que dice que el hambre no se ve. Se siente, pero no se ve. Y ésa es la verdad. La triste verdad que golpea y que resulta particularmente insoportable cuando quien la padece es un niño...

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