lunes, 6 de abril de 2015

ANÁLISIS COMPARATIVOS Y PUBLICIDAD

Siempre me he considerado defensor de las marcas "blancas", en realidad, marcas de distribución. Han sido muchos años viendo como en los análisis comparativos (esos a los que se pretende dar un golpe mortal) brillan y obtienen los mejores galardones. Lo he dicho ya muchas veces: ningún fabricante que se precie pone en juego su honorabilidad produciendo y poniendo en el mercado cualquier cosa. Y más cuando detrás de una maca de distribución está una gran cadena como Mercadona, El Corte Inglés o Carrefour.

Por eso me he declarado abiertamente como defensor de esas marcas, consciente de que sus estándares de calidad son muchas veces superiores a los de otros productos y, desde luego, siempre suficientes como para resistir cualquier análisis. Por supuesto que todos cumplen los parámetros de seguridad de cualquier producto; pero me consta que van más allá y muy a menudo su calidad es superior a la de otros productos de la misma gama.

Me defino como acérrimo defensor de unos análisis que son los únicos que pueden situar a cada producto en relación con los demás y que, cuando son independientes de verdad, pueden servirnos para discernur con claridad que es lo que estamos llevando a nuestras casas. Análisis que, por supuesto, poco o nada interesan a los grandes lobbyes de la alimentación.

Recientemente, asistimos a una batalla en los medios de comunicación es los que se aclara las diferencias entre un néctar y un zumo, haciendo hincapié en uno sólo de sus elementos. Nada que objetar, aunque no podemos perder de vista que se trata de un análisis de parte y que el resultado está condicionado por ese hecho. Justo todo lo contrario si el análisis lo hiciera una asociación independiente. El problema radica en que si la nueva norma que, de rondón, va a "controlar" los análisis comparativos entra en vigor, las dificultades para este tipo de análisis van a ser de muy difícil superación. Y a ver qué comemos...

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