Teóricamente nuestros parlamentarios no pueden recibir dineros públicos sin una autorización que ellos mismos, con generosidad, parece que se conceden. Como ha sido el caso. Tanto uno como otro han argumentado su actuación con argumentos que, visto cómo está el patio, resultan de lo más grotesco. Porque de la legalidad no hay dudas sin son ellos mismos quienes dan el permiso, pero de la imagen...
No entraré en la cuestión estética ni en la legalidad del hecho, a todas luces desafortunada. Tampoco en si el permiso era para lo que realmente ha sido. La cuestión va más allá y tiene mucho que ver con la ética, máxime si tenemos en cuenta que nadie puede poner en duda, en cuestión, ningún dato de los que sus señorías tengan a bien comunicar. Y eso aunque no respondan a la verdad...
Lo absurdo de esta situación es, como dice la prensa, que ayer tuvimos que asistir a la pública felicitación por parte de Hernando, del partido de ambos diputados, por la transparencia (sic!) del régimen en el que vivimos. Y se queda tan tranquilo... Justo antes de pedir públicamente que se amplíen las compatibilidades "que permita compatibilizar esta actividad (supongo que la de ser diputado) con otras actividades privadas". Como si el hecho de ser parlamentario y político en nuestro país no tuviera ya suficientes compensaciones...
No hay comentarios:
Publicar un comentario