jueves, 29 de enero de 2015

EL DRAMA DE LOS ENFERMOS DE HEPATITIS C

Me dicen que por qué, en estas entradas, no he abordado el tema de la hepatitis C. Y es cierto. La sanidad es un tema que tiene mucho que ver con el consumo. Y en este caso, la situación de los usuarios-pacientes de esta enfermedad es, sin duda, sangrante. Porque tienen que asistir, impotentes, a ver cómo el medicamento que se ha demostrado eficaz no llega a ellos por una cuestión económica.

La verdad es que nuestros poderes públicos, posiblemente a un nivel más amplio que el nacional, no se están moviendo. Al menos, eso parece. Porque el precio conseguido para el medicamento, Sovaldi, nada tiene que ver con los escasos euros que cuesta producirlo. Y las drogas que, dicen, en estos momentos pueden sustituirlo tampoco llegan o no son tan eficaces. Por eso estamos en una situación en la que los miles de afectados por esta enfermedad acaban sus vidas (sí, se mueren) sin verse atendidos por un sistema sanitario que, por lo que se ve y en este caso, no tiene corazón o se muestra incapaz de conseguir un precio razonable para el medicamento que cura la enfermedad. Porque no hay derecho a saber que quienes sí pueden pagar la monstruosa cantidad que el laboratorio "buitre" ha puesto para su medicamento son los únicos que pueden curarse.

No soy capaz de ponerme en la piel de los miles de afectados por la hepatitis C que tienen que asistir, con tristeza, a la terrible realidad de ver cómo pudiendo ser curados con un medicamento que ha demostrado de sobra su eficacia no lo reciben de un sistema sanitario que ha dejado, para ellos, de ser universal. Y por eso, me duelen cada vez más las palabras de un ministro que, sonriendo no se sabe por qué, debe justificar su incapacidad para conseguir el Sovaldi a un precio razonable y sigue diciendo, con machacona insistencia, que nadie va quedarse sin ese medicamento si de verdad lo necesita.

Porque lo malo, en esta historia, es saber el alcance de esas palabras. ¿Quiénes son, en verdad, los verdaderos sufridores en ella? Lo que está claro es que nuestro sonriente ministro, incapaz de negociar por lo que se ve con los dueños de la farmacéutica, no lo es.

Y, por supuesto, mi solidaridad con los encerrados por este motivo.

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