sábado, 28 de febrero de 2015

LA NUEVA ESCLAVITUD

La verdad es que hay noticias que impactan. De esas que provocan una certeza, la de que vamos en caída libre y sin nada que nos acerque a nuestra condición humana. Ésta, para mí, es de las que más. Ignoro su relación con el consumo pero seguro que no es necesario profundizar demasiado para encontrarla. La noticia lleva como titular el que sigue: "Aumentan las ofertas de trabajo a cambio de comida y un techo, pero sin sueldo". Así de duro.

Y ya en el cuerpo de la noticia, un "empleador", por decir algo, de Ciudad Real se atreve a decir: "Busco a persona necesitada que me ayude como vigilante y mantenimiento de pequeña empresa dedicada al ramo del automóvil a cambio de alojamiento y manutención. Más adelante ya hablaríamos de ayuda económica, incluso sueldo". Y lo hace consciente de que siempre habrá quien, necesitado, acepte esas "condiciones". 

No quiero entrar en lo que se esconde bajo el nombre de "alojamiento y manutención". Pero dado el perfil de lo leído no hay razones para ser muy optimistas. De hecho, dependiendo de si quien tiene la "gentileza" de ofrecer el trabajo es hombre no tiene empacho en plantear "sexo" como elemento de este intercambio  monstruoso. 

Y lo más duro es ver negro sobre blanco, la justificación de esta nueva esclavitud. Los "pobrecitos y pobrecitas" que esto plantean lo hacen porque no tienen el dinero equivalente a su cara dura como para hacer frente al justo pago de un salario a cambio de trabajo. A buen seguro que estos individuos no pondrían a sus seres queridos en esta situación tan injusta. Y si lo hacen, desde luego, mucho podríamos hablar de la calaña de semejantes seres.

No entraré tampoco en lo que dice el artículo 311 del Código Penal porque siempre quedará la duda, como bien dice el abogado Fernando Portolés, que se pregunta "si un trabajador puede renunciar o no a un sueldo por un trabajo y cobrar sólo en especies, en estos casos comida y cama". Porque lo claro en este tipo de anuncios es que "no se va a cobrar un euro por ese empleo". Y a buen seguro que quienes actúan así, como dice el citado abogado no dudarían en que "hacían una obra de caridad".

En estos casos hablar de contratos carece de sentido. Lo triste es como pueden existir seres humanos, o lo que sean, que no dudan en aprovecharse de la necesidad ajena para llegar a plantear cosas como éstas. No cabe duda de que estamos ante una nueva situación de esclavitud en la que no se duda en llegar a una situación absolutamente insoportable ara las posibles víctimas de un trato tan vejatorio.



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