No he leído demasiado sobre el alzheimer, pero sí lo suficiente como para poder afirmar que es cruel, muy cruel.
Por eso, yo voy a renunciar a explicar lo que es. Estoy convencido de que todos sabemos de su impacto en los seres que la padecen y la importancia que tiene, en especial, para su entorno, para quienes conviven con el enfermo. Hago mías las palabras de Kitwood, en 1997: "El bienestar de las personas con demencia es resultado directo de la calidad de las relaciones que mantienen con quienes les rodean".
La campaña de este año me gusta. Porque se trata de conseguir un corazón por cada enfermo de Alzheimer, es decir, 800.000 corazones y que, en cada uno de ellos, una breve frase, para luego hacer un libro con los mejores textos que los acompañen. Os invito a entrar en su web para conseguir todos esos latidos a favor de los que la padecen.
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