lunes, 1 de septiembre de 2014

POLÍTICA Y ASOCIACIONES DE CONSUMIDORES

Acabo de ver y oír una noticia que me ha dejado estupefacto, quizás porque me faltan datos o porque no la haya oído bien. ¿O no?

La noticia dice que Rubén Sánchez, una de la voces más oídas de una asociación de consumidores, Facua, se integra en una "plataforma ciudadana" en Sevilla, heredera de la catalana Guanyem (Ganemos), promovida por Ada Colau. Del carácter político (de partido) de estas plataformas pocas dudas me caben.

Nada que objetar al compromiso personal por una opción política (la que sea). Pero bastante que decir de colocar a una asociación de consumidores (de la que Rubén es portavoz permanente) en ella. Porque en una asociación de consumidores lo que subyace, lo que constituye ese denominador común, son los intereses de los consumidores (de derecha, de izquierda o del centro). Y es ese punto es donde personalmente veo la gran paradoja. Si algo aprendí en mis casi veinticinco años en una asociación de consumidores es que los intereses de los consumidores no siempre van unidos con un determinado color político, sea éste el que sea. Y siempre tuve a gala, porque creo en ello, el carácter apolítico de cualquiera de ellas.

Insisto, nada que objetar a una opción política determinada. Es el derecho individual en el que creo. Pero sin perder de vista dónde estamos. Porque hoy más que nunca es necesario tener muy en cuenta qué es lo que tenemos entre manos. Sólo desde la certeza del carácter apolítico de una asociación de consumidores cabe el cumplimiento de su misión. Lo que, en ningún caso, quiere decir, que deba obviar su carácter de denuncia cuando los intereses de los consumidores son pisoteados. Y eso no depende, por supuesto, de la naturaleza de la opción política por la que se opte.

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