domingo, 21 de septiembre de 2014

AVIONES: UNA DE CAL, OTRA DE ARENA

Con poco tiempo entre ambas, dos decisiones ha generado que los hábitos de los viajeros de las líneas aéreas se modifiquen sustancialmente. Podríamos decir que una, bastante a favor; la otra, bien en contra.

Porque desde el día 1 de septiembre es posible el pago con tarjeta sin que ello signifique un incremento en el precio. Incremento que, a veces, era de una cantidad muy importante, con el agravante de que no existían otras formas de atender al pago del billete cuando se adquiría on line. Pues bien, ese cobro, hagan lo que hagan las compañías aéreas (según la OCU hay compañías que no se han enterado todavía) ya es ilegal y puede ser exigida la devolución de lo indebidamente cobrado.

Días después, el 18, una sentencia del tribunal europeo determina que las compañías aéreas pueden cobrar por transportar maletas. El hecho de que puedan hacerlo, no quiere decir que lo tengan que hacer, pero mucho me temo que no tardarán, si no todas, sí las principales, en aplicar un coste por maleta facturada. El llamado equipaje de mano no entraría en el concepto de maletas facturables. Pero en ese "equipaje de mano" bien poco cabría y la aerolíneas no tardarán en imponer sus limitaciones. Y, si no, al tiempo...

No entraré en los antecedentes que han llevado al tribunal de la Unión Europea a dar la razón a las compañías aéreas en este cobro pero lo cierto es que no puedo estar más en desacuerdo con esa decisión.

Claro que eso permitirá una nueva diferencia entre las aerolíneas que permitan a los viajeros que lleven equipajes "razonables" y las que no. Y ese precio hay que incluirlo en el coste total del viaje, coste que, a menudo, se incrementa de manera importante con el precio de los suplementos (si el precio de las maletas se puede considerar como tal).

Así pues, en pocos días, dos sentencias bien diferentes: una que lo que hace es aplicar el sentido común a la hora de pagar un billete; la otra que resulta difícil de comprender salvo que se entienda que es una forma de ajustar los precios de los billetes de avión en un momento de crisis de la que, de nuevo, los consumidores somos los paganos. Porque se me hace complicado pensar que haya gente que viaja en avión sin el menor equipaje.

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